Cristina Vargas Mx

El Portal de los Relatos

Libros Prohibidos consecuencias fatales

Tocar este libro es causa de muerte «Shadows from the Walls of Death»

Sombras de la muerte en las paredes

Shadows from the Walls of Death, «Sombras de Muerte en lasParedes», un contenido de 80 páginas impregnadas de arsénico, veneno letal que en un tiempo se conoció como el rey de los venenos o veneno para los reyes.

El arsénico es un gran tóxico letal, que en algún momento, sobre todo a finales del siglo XVIII, principios del siglo XIX, ya habría sido utilizado por grandes personajes como Aristóteles, que siempre sostuvo una dura enfermedad gastrointestinal incluso llegó a recomendar en porciones muy leves, para enfermedades gastrointestinales como la que él mismo padecía a Hipócrates, que a su vez, se dice que lo llegó a recomendar para
enfermedades cutáneas, para enfermedades vaginales, para herpes e inclusive tiempo más
tarde para la propia sífilis.

Evidentemente, genios que sabrían que en dosis muy pequeñas podrían ayudarles y ser
coadyuvantes, pero también hay rumores acerca de que la muerte del propio Aristóteles pudo ser con este letal veneno, que con solo el 0.15%, 0.15% de su gramaje para envenenar a una persona de 70 kilos, una porción mínima y sería suficiente para que esa persona comenzara a tener síntomas muy relacionados por ejemplo con el reumatismo.

Al principio podría tratarse de una convaleciente trayectoria dependiendo las porciones como adormecimiento en las manos, en los pies, en el sistema respiratorio, llagas en la piel, o infarto, cualquier cantidad de dolencias previas a la muerte.
Así es como actúa el arsénico.

En el siglo XIX un hombre decide elaborar un libro elaborado 100% de arsénico, cualquiera juzgaría que se trata de un genocida, sin embargo, se trató de un hombre que dió hasta su último suspiro para demostrarle a la sociedad lo equivocada que estaba, no obstante la crueldad del proceso mismo.

El libro «Shadows from the Walls of Death» de su autor el doctor Robert Clark Kedzie fue elaborado en el año 1870, cuando era miembro del Consejo de Salud de Michigan.

Kedzie ya estudiaba varios casos de intoxicaciones sin aparente causa, tratando de encontrar el común denominador en cada persona, en todos los casos se trataba del contacto con el uso de simple tinta aparentemente, Kedzie descubrió que el papel contenía arsénico.

En la portada de su libro, «Shadows from the Walls of Death» – Sombras de la Muerte en las Paredes, podemos apreciar un verde intenso.

Shadows from the walls of death, la portada de un libro que contiene arsénico

El verde esmeralda de la portada de «Shadows from the Walls of Death» fue el ejemplo contundente que utilizó el doctor Kedzie como argumento para comprobar su teoría, resultaba ser un color encantador para la gente, lo utilizaban en decoraciones de interiores en el papel tapiz, aunque también hubieran otros colores igualmente matizados con el mismo tóxico.

Un matizador atractivo que fue usado en naipes, en juguetes, en cartas, en postales,
evidentemente en los papel tapiz de los diseños de interiores en sillones, en pasillos, en
recámaras, en estancias, pero Kedzie se enfrentaría a algo más grave, el verde esmeralda llamativo y elegante era usado en libros comúnes y en los libros de texto.

Que delicado resulta imaginar que le das vuelta a una página, tocas tu dedo y lo salivas para cambiar de hoja, algo que hacemos frecuentemente algunas personas incluso niños, aunque con el arsénico bastaría con el contacto directo, pero pues, salivarlo, terrible.

Solo bastaba que el Doctor Kedzie tuviera inquietud en el tema para que en la mayoría de los casos, encontrara casos de muerte inminente, en algunos otros reacciones altamente peligrosas.

Cuando el doctor Kedzie quiso crear esa conciencia, sin embargo nadie, absolutamente nadie en un mundo invadido por decoraciones de papel tapiz de color verde deslumbrante que en su momento ya era combinado con otros diseños, quiso tomar en cuenta las advertencias como suele suceder, simplemente cuestiones de aceptación, sobre todo que en esa época el glamour en la clase alta era combinar incluso vestidos, bolsos, agendas, muebles, techos claro paredes, la tinta fue tan utilizada que incluso los fabricantes de juguetes la encontraron atractiva, pero la desgracia alcanzó a todos los niveles sociales, sobre todo por los libros de texto, los riesgos a los que se expuso la gente fueron evidenciados por Kedzie a tal grado que el siglo XIX fue mencionado como el siglo del veneno.

Robert Clark Kedzie descubre arsénico en todas partes de una casa


La historia inició de una forma muy cruel, porque la historia no inicia cuando él empieza a
encontrar ese común denominador, cuando ve que en los almacenes, en las tiendas, en las
bibliotecas, en las casas, en la ropa, se encontraba esta sustancia. Él emprende un acto de
convencimiento y escribe por primera vez en 1873 un libro de nombre «Poisonous Papers«,
Papeles Venenosos, un informe que ya alertaba el peligro del uso generalizado del arsénico
como pigmento de papel pintado. Pero lamentablemente ningún gobierno le hizo caso, ni en
Michigan, ni en Estados Unidos, ni en Europa, ya ni en América Latina, en donde inclusive se habla de que las pastas de los libros eran bastante pintadas, tenían ese intenso color verdoso más que otros colores.

El verde esmeralda que podría darle lujo a cualquier pasta de libro, a cualquier sala, a cualquier biblioteca, a cualquier decorado de interior.


Su libro no tiene éxito. Poisonous no puede pasar a más. «Poisonous Papers» es publicado en 1873 sin éxito.

Pero ¿y entonces qué podía hacer Robert Kedzie para dejar, para plasmar esa enmienda, esa
lección, para parar la muerte y las enfermedades en cada persona? Para su suerte, buena y
mala, desgracia de cualquiera, en algún momento recibe la llamada de una pequeña familia,
alertándole sobre una de sus integrantes, tristemente tratándose de una pequeña de sólo
nueve meses. La pequeña Emma estaba pasando por momentos muy delicados, agravaba y
después mejoraba un poco, pero después volvía a caer. Muy espantados, sus padres acuden
precisamente al Dr. Ketsey para compartir esto.

Para la fortuna de la pequeña Emma, el Dr. Kedzie ya tenía bastante información y lo único que pudo hacer, o que le quedaba por hacer, era entrar a la casa de esta familia para darse cuenta que las paredes tenían tapiz de colores, específicamente con este pigmento verdoso en su mayoría. Y sobre todo el cuarto de la pequeña Emma, que tenía pintura en el tapiz,
evidentemente tapizado, con unos colores hermosos. Que día con día los estaría respirando la pequeña Emma.

Esta pigmentación, como lo argumentaba Robert Kedzie, no iba a quedar estática, podríamos estar hablando de que la ropa de la pequeña Emma, de que los muebles, la sala, el pasillo, cualquier diseño aleatorio, estaría contagiado, pigmentado. La receta fue muy simple y dolorosa.

El Dr. Robert Kedzie le habría pedido a esta familia que se deshiciera de todo eso, de libros,
ropa, vestidos, evidentemente el tapiz. Y eso es precisamente lo que él hace que sea una
decisión drástica y contundente.

El Dr. Robert Kedzie, solo un año después de su primera publicación, crea un libro con 80 hojas, todas ellas provenientes de almacenes, porque lo que hace, es arrancar un trozo de cada lugar, un trozo del papel tapiz de almacenes, de tiendas de prestigio, de bibliotecas, de casas, de recámaras, de todos los lugares, evidentemente de libros de texto, de libros que ya estaban publicados.

Kedzie recopila alrededor de 86 páginas y alrededor de 100 libros extraídos de Michigan al
mundo, a la fecha se sabe que quedan solamente 4 libros, que el Dr. Kedzie se encargó de
deshacerse del resto, precisamente porque la elección ya estaba tomada y costó mucho trabajo, habría costado demasiadas vidas.

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El veneno era letal, «Shadows from the Walls of Death» hace su función y se encuentra ahora muy guardado en los anaqueles, en los bunkers o en lo que sea necesario herméticamente guardado.

En una librería en la Universidad de Michigan, se encuentran cuatro, se dice que uno de
ellos está en la Universidad de Harvard y otro más en algún otro sitio rigurosamente sellados y guardados. Y para cualquier testimonio, para cualquier científico que
quisiera saber qué contienen y constatar de la existencia del arsénico en su presentación, pues tendría definitivamente que ponerse unos muy resistentes guantes, porque además, el
testimonio no para ahí, el arsénico, realmente mataba a mucha gente.

No solamente de los 0.15 gramos que es la dosis mortal para cualquier persona, específicamente si mide más de 1.50 o pesa 70 kilos, una de las cosas que vale la pena destacar es precisamente la muerte de Aristóteles de la que un hombre habría descrito sobre su muerte, el libro se titula «El Nombre de la Rosa» en el libro se narra la posible causa de la muerte de Aristóteles envenenado por un monje benedictino un monje loco.

El libro causa estragos en un monasterio italiano del siglo XV, pero curiosamente mata a todos sus lectores de forma, podríamos decir que accidental, todos los lectores en esa época, se dice inclusive que leyeron a dedazo puro, cambiando las páginas del libro podría tratarse de libros envenenados. ¿Será cierto o no que este monje
benedictino loco habría atentado contra la vida de Aristóteles? ¿O será tal vez sque el
propio Aristóteles en esa contienda que tenía con su estómago, habría ingerido una dosis extra en su copa y lo llevaría a la muerte?

Otra de las grandes historias que narra nuestra trayectoria hacia el contenido del arsénico es sin duda la copa de Sicuta.

La Copa Cicuta

«Conocida como la copa mortal» La Copa Cicuta contiene arsénico mezcaldo con vino
que ingerían los sentenciados a muerte, es el caso precisamente de Sócrates.

Sócrates murió por una condena

En aquel entonces, Sócrates, siempre peleando por los derechos de los jóvenes, siempre
luchando en contra del gobierno por sus propios ideales, el gobierno por sus idealismos y
Sócrates por los ideales de los jóvenes, llegó a tener una cantidad fuerte de discípulos, entre
ellos Platón. Cuando a Sócrates lo tomaron preso, no había otro camino para él ni para ningún otro reo que la muerte, era muy común una sentencia a muerte a persona, por importante que fuera, simplemente por estar en contra de los idealismos gubernamentales.

Cuenta la historia, narrada en un gran libro, que al llegar el carcelero con la copa de Cicuta,
Sócrates le preguntó, amigo, tú que tienes experiencia en estas cosas, ¿me dirás qué debo
hacer? Obviamente, porque lo que seguía para Sócrates era la inminente muerte.

El carcelero le contesta, no tienes nada que hacer maestro, simplemente beberla, pasearte,
caminar, mover las piernas, y entonces te tenderás en la cama y el veneno producirá su efecto.
Así diciéndolo, le entregó la copa a Sócrates, quien la tomó con gesto amable y sin inmutarse, miró al carcelero y le dijo, ¿tú crees que podría ser una alivación con los dioses tomando este veneno?

El hombre le respondió, preparamos Sócrates la cantidad que juzgamos necesaria.
Comprendo, repuso Sócrates, no obstante, antes de beberlo, simplemente quiero rogar a los dioses que me protejan en mi viaje al otro mundo. Tomando la copa y sin vacilar, Sócrates la estaba bebiendo.

Sócrates bebía el veneno frente a una cantidad importante de jóvenes, todos ellos, sus discípulos.
Hasta entonces, todos ellos habían podido contenerse sin manifestar su dolor era mucha la admiración que le tenían a su maestro, pero cuando hubo tragado el último sorbo de veneno, sin duda, muchos de ellos empezaron a llorar. Algunos de ellos gemían, inclusive uno de ellos, cuando los gemidos, no soportó más la tristeza y gritó, para, para, ¿por qué haces esos ruidos?
Lo que hizo que Sócrates, manteniéndose en calma, les dijo, tranquilos, calma, tienen que
mantener la calma.
Uno de ellos comentó, he mandado a las mujeres lejos de aquí para que no nos molesten, no me gusta su llanto, yo creo que un hombre debe morir en paz, así que Sócrates le dijo,
entonces, estar tranquilos y tener paciencia.

Apolodoro se deshizo en llanto, trataré de tener paciencia maestro.

Cuando los discípulos oyeron esto, se avergonzaron y reprimieron sus lágrimas.

Sócrates continuó paseándose hasta que sus piernas ya no pudieron sostenerle, entonces se tendió sobre el lecho, en la cama.

El carcelero se acercó, le tocó los pies, preguntándole si aún lo notaba, y él contestó que no.
Después le palpó las piernas y más arriba, diciéndonos, es que ya todo está frío, frío y rígido. Sócrates se palpó también, pero cubrió su cara.
Comenzó a ponerse frío de las caderas y descubriendo entonces su cabeza que ya había tapado, dijo, Critón, ahora que me acuerdo, creo que le debo un gallo a Esculapio. Critón contestó, se pagará, no lo dudes maestro. ¿Quieres algo más? Pero Sócrates ya no respondió.
Al cabo de unos cuantos minutos, parecía que se movía y todos los que le rodeaban, entre ellos Platón, lo destaparon. Para entonces Sócrates ya tenía los ojos fijos y Critón le cerró la boca y los párpados. Así este signo de mortandad por parte de este letal veneno.


«Shadows from the Walls of Death» es un gran libro que habla de
los hechos e inferencias que preceden con muestras de papeles pintados en arsénico.

Un libro publicado en 1874 por el doctor Robert Kedzie, que falleciera en 1902.
Lo que hay que mencionar entre todo esto es que la portada lo dice claramente.

«No hay forma de causar un engaño a nadie».

Cualquiera de nosotros que quisiera ojear ese libro, primero que nada encontraríamos el verdoso en sus hojas, cualquiera que quisiera podría comentar lo que dice en su portada, una gran advertencia que además no se alcanza a percibir, pero no por el viejo del material,
no por la antigüedad del libro, sino porque el arsénico es capaz de absorberlo todo.

Y pese a la cantidad de tinta que empleara Ketdzie en su portada, en donde se lee,

«Este libro contiene arsénico» Papeles absolutos con veneno.

De eso se trataba, de crear una importante advertenci y la historia lo dice una y otra y otra
vez. Se puede decir que ya por parte de la Universidad Nacional de Medicina en Michigan, se hizo una gran investigación, página tras página, colores que revelan que el papel pintado
contenía arsénico, afortunadamente en las recientes investigaciones, hechas con rayo láser, se ha podido reconocer que más de 800 libros en diversas bibliotecas de Michigan tenían ese contenido.

Y no se trataban de Shadows from the Walls of Death, sombras de la muerte en las paredes, sino cualquier otro libro actualmente, se ha hecho conciencia porque algunos de los libros que se encuentran principalmente en las universidades de Michigan, en Estados Unidos en general, se vendían con esas pastas gruesas de color verde, afortunadamente, al tiempo y con la ayuda del láser y con las medidas existentemente precautorias, se ha podido detectar el arsénico, sobre todo en materiales de ese siglo, de principios del siglo XIX. Y lo más entrañable de esta historia es reconocer que este libro contiene veneno puro.

«Shadows from the Walls of Death» contiene el trabajo de un héroe, de un hombre, que de no ser por su persistencia y su trabajo en crear este material, que él mismo destruyó, del que solamente sobreviven cuatro copias, no sabríamos qué habría pasado, consecuentemente, en todo el siglo XIX.

Posiblemente, la ignorancia de la gente o del propio gobierno de no saber ni siquiera de qué se trataba. Evidentemente, para la muerte del Dr. Kedzie, muy seguramente, no sabríamos qué podría ser el resultado.

El Doctor Robert Clark Kedzie murió en 1902 y no se llevó el secreto a su tumba, se convirtió en un gran héroe que creó un libro prohibido a conciencia de la salud de la sociedad en general.

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