Cristina Vargas Mx

El Portal de los Relatos

Libros Prohibidos consecuencias fatales

Valida la existencia de vampiros o zombies por medio del libro «La masticación de los muertos en sus tumbas«

La Masticación Mortorum in Tumulis, que es una obra que destaca por todos los testimonios acerca de un tema ancestral relacionado con vampiros y zombis, este material se lanza al mercado en los años 1725 y en 1728 a cargo de Luterano Michael Brand en español, la masticación de los muertos en las tumbas, es una obra que lo hace el autor investigando un caso de vampirismo en Hungría, concretamente narrando como es que los muertos hacen ruido dentro de sus tumbas mientras devoran a otros muertos y cómo el
mismo Satán se pasea deliberadamente entre la tierra santa.

En Alemania, en Hungría, en Suiza, se narran historias intensas relacionadas con la masticación de los muertos dentro de sus tumbas como algo frecuente sobre todo cuando la quietud se percibe sin movimientos humanos a la intemperie y nos hace trasladarnos sí a la seguridad dicha por el autor del orígen del vampirismo.

Es un tema sensurado por la iglesia católica algo que no pudo aprobarlo ni siquiera por la aparición del demonio en tierra santa porque no habría posibilidades de que pudiera pasearse el diablo en las tumbas levantando muertos porque existen dos códigos muy importantes ante cualquier religión, la primera de ellos es que el diablo no podría pisar esa tierra santa, la tierra de las personas que aunque hayan muerto pecadores, definitivamente se realiza todo un proceso durante su fallecimiento y se bendice su muerte para que sea sepultado en tierra santa, de manera que el diablo no podría invadir esas tierras y la segunda y no menos importante es que el diablo puede ejecutar ilusiones y hacernos creer mediante engaños y cosas dichas por él mismo utilizando nuestras propias ambiciones, pero jamás el diablo podrá según la religión, regresar absolutamente a nadie a la vida porque los muertos muertos están y eso desacredita la posibilidad narrada por estos testimonios.

Existen algunas teorías de sepultar un ser boca abajo, cuando esta durante su vida haya realizado rituales satánicos, tal es el rumor de la actriz María Felix de quien se rumora fue sepultada boca abajo según un famoso periodista ya finado, quien comentó que la propia «Doña» lo habría pedido antes de partir.

El rito más conocido es el llamado «Óbolo de Caronte» que proviene del mundo griego y romano, consistía en colocar una moneda en la boca, ojos o mano del difunto para que con ello pagara al barquero Caronte y le transportara a otra vida cruzando el lago de Estigia, aunque también existe la hipótesis un tanto poética de ponerle monedas en los ojos a nuestros seres queridos fallecidos, que distraerán su mirada y seguirán el camino correcto.

Ni enterrarlos boca abajo por haberse portado mal, ni colocar monedas en alguna parte de su cuerpo para guiarlos, aquí específicamente se trata de clavarles una estaca en el corazón, esto lo narra perfectamente bien el escritor de Masticación y Morturum in Túmulis que lo hace un libro prohibido.

Luterano Michael Brand ejecuta una tesis sobre el vampirismo, entenderemos por qué la gente en el pleno del siglo XVII tenía miedo de visitar a un muerto ver el crecimiento en su cabello, crecimiento en sus uñas, muchos días después de haber fallecido con la ignorancia total, el no pensar que por las propiedades mismas de la tierra o por las propiedades que rezaga el cuerpo es por eso es por lo que sigue creciendo su cabello, hay una explicación científica para eso, pero no antes, no durante el siglo XVII o inclusive como lo narran otros escritos previos.

Este libro o tesis de vampirismo tendría que adjudicar la existencia de los vampiros y confirmarla absoluta y tendenciosamente en siglo XVIII que es cuando se empiezan a formular teorías y confirmaciones acerca de la existencia de las ruidosas masticaciones de los muertos.

Tiempo antes del «Masticación in Mortorum In Tumulis» en 1679, un hombre llamado Phillip Rohr escribe un disertado histórico filosófico de masticación in mortorum, que podría ser el origen de muchos otros libros entre ellos este ejemplar.

Phillip Rohr analiza críticamente las historias y rumores que describe la posibilidad de que algunas personas fallecidas pudieran emitir ruidos debajo de la tierra masticando su propia sangre, su propia piel, sus propios ropajes, su tela, sus manos, sus piernas y estas historias que hablan de cómo la gente muerta, fallecida come su propia ropa o carne para ejercer algún tipo de mal sobre los vivos, habla de la posibilidad de que durante las terribles enfermedades, las pestes por ejemplo, en algunas obras citadas por el propio Philip Rohr, en el texto destaca precisamente la posibilidad de que haya gente que había sido víctima de una fuerte epidemia y entonces salieran de sus tumbas para seguir contagiando.

Estos libros escritos en latín de 1679 por Philip Rohr despierta el interés de los científicos en saber cuál es el comportamiento de las pandemias, porque estamos hablando de historias populares, de testimonios, de entierros y difuntos mencionado que han encontrado cuerpos que parecen haber devorado sus mortajas y sudarios, haber comido carne y emitiendo sonidos como si fueran unos cerdos y aunque le tengamos particular cariño a los cerditos, definitivamente así lo dice el libro, como se escucharían las masticaciones.

El autor del primer libro, en sus testimonios nos platica que él ha viajado a Hungría y ha
querido investigar por qué la gente se quejaba de los ruidos en los panteones, Luterano Michael Brand explica en este libro la posibilidad de que en Hungría rotundamente
existía el vampirismo, porque la gente ya ejecutaba sepultar a sus seres queridos con un estaca en medio, simplemente para que no se levantaran y atacaran a los seres vivos o a los difuntos de un lado.

Hay testimonios bastante drásticos, muchos autores que han dado demasiadas teorías en diferentes siglos, te voy a dar más o menos tres de diferentes escritos en donde ya
se hablaba de la posibilidad de la muerte con vampirismo o con zombies, pero nadie puede
hablar de la vida después de la muerte.

El libro de Marco Antonio del Río de 1551, el libro de Henrik Kármán de 1580, el libro de León Alasio de 1645, todos escritos en latín, hablando de lo mismo, de los seres extraños que una vez que han muerto han mostrado movimiento dentro de sus tumbas y lo explica perfectamente bien este escritor Philipp Rohr, de ninguna manera estoy hablando de la posibilidad de una muerte no confirmada, es decir, de una posible catalepsia, como se conoce.

Es diferente cada material, cada uno obedece a su propia era, a su propio siglo, a sus propios
años y los intervalos están marcadísimos, para eso lo puedes juzgar tú. Yo por lo pronto te voy a dar el testimonio de un caso que él mismo define como memorable, una pintura que motiva bastante a estos escritores, hablando de los sagrados apóstoles en colonia Agrippiami, se escribe, la mujer de nombre Richemodis, fallecida por la epidemia de peste que muere en 1357 después de un gran amor por su marido, muere esposada por el anillo que permanece en su dedo, así es como esta mujer es sepultada, el anillo resultó de ser de tal valor que esa misma noche, el capellán con su criado, abrieron el ataúd y al querer extraer el anillo del dedo de la mujer, ésta se levantó, el capellán y su criado huyeron aterrorizados, porque vieron cómo la mujer regresó a casa, bueno, donde dicen, mirando a su esposo con gran alegría, claro estamos hablando de unas cuantas horas de haber fallecido en esta pintura o en este escrito, pues se habla de un ejemplo de alguien que
enterrado, simplemente ha sido liberado, o sepultado, liberado.


Similar es el caso relatado por Plinio VIII, en una historia natural donde se expone el caso de Aviola, un hombre de rango consular, que en pleno funeral, sale de su ataúd. En la antigua Roma, bueno, era muy común hacer ruido mientras estaban en pleno velorio, para que no sucedieran casos como estos que te acabo de narrar. De hecho, en países latinos, como México, utilizamos todo un funeral, con rezos, en algunas partes con cánticos, en algunos son un par de días, en algunos uno solo, pero como una tradición de despedida no así, como para ruidos desde el féretro o esperar que el difunto salga de su ataúd, se hace por la tradición de permitir que su alma tenga más tiempo, más oportunidad de despedirse de la tierra.

En la antigua Roma era muy común hacer ruido y gritar cerca al difunto para concretar si ya se había separado el alma del cuerpo. Los verdaderamente muertos y que no podían regresar a la vida, los llamaban conclamati.
Es en el año 1345, en la ciudad de Bohemia de Levín, el cadáver de una mujer deglutió en su tumba. Es por ello que hemos atribuido masticación in morturus in tumulis, como algo que nos hace pensar o imaginarnos sádicamente un cadáver masticando dentro de su ataúd y además dentro de una tumba o debajo de una cripta. Lo mismo ocurrió en tiempos de Lutero, cuando el cadáver de una mujer devoró su propia carne y eso lo escribe Lutero en este material, Coloquia, versión 24.
Ocurre también en 1552, cerca de Freiburg, en Alemania, que en Silesia, en ese año, se pudo
corroborar personas que hayan masticado de su propio cuerpo, registrando casos de
cadáveres que emitían extraños sonidos y definitivamente hacían que las personas que estaban cerca tuvieran que salir huyendo. Masticación in morturum in tumulis ha destacado muchísimo
más que otros materiales escritos, muy por encima, tristemente, de este disertatio histórico a
cargo de Philip Rawl y aunque Philip Rawl haya dado una explicación completa de las
ejecuciones y las investigaciones que ellos realizaron para poder corroborar los ruidos dentro de las tumbas, es este escrito de Masticación in morturum in tumulis, que hace que el filósofo
Michael Ranft, en 1725, pueda dar un carpetazo a la idea de que pudiera existir el vampirismo,
asumiendo en Hungría la confirmación de que los muertos devoran lino en sus tumbas y de
todo lo que está al alcance de su boca, incluso su propia carne. Utilizando y buscando medios preventivos para evitarlo, entierran entonces a sus muertos boca abajo, colocan una rejilla o un plato grande sobre el cadáver, en algunas ocasiones hasta piedras grandes, rocas grandes,
colocando también objetos debajo de su barbilla como un terrón de tierra, un ladrillo, una
piedra y vaya pues las monedas de plata que se sabe que pueden espantar a los vampiros, en
algunas ocasiones la sugerencia de atarle un pañuelo alrededor de la cabeza, todo esto habla
de la vampirología que se ha ejecutado a partir de ese siglo y que hace que este gran material, independientemente de su portada, su carátula, sus escritos, sus años, su época, confirma la teoría que todos hemos perseguido y al día de hoy disfrutamos en el cine, en las series de televisión, pero podría hablar de lo que la iglesia católica nunca ha querido aceptar, tal vez, el hambre, la vida después de la muerte, el vampirismo, los zombis, la fuerza de una peste.

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